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SATYA: Honestidad en yoga

La práctica yogui de Satya nos enseña a elegir con cuidado nuestras palabras para que causen el menor daño y el mayor beneficio posible.

En este post te mostramos todo sobre el Satya y cómo llevar la honestidad de tu esterilla de yoga a tu día a día.

Satya: significado y origen

Satya es el segundo yama (los principios éticos del yoga). Quiere decir honestidad, hablar desde la verdad.

Sin embargo, se trata de una verdad distinta a la que solemos tener en mente, es una verdad que no provoca dolor o daño. 

La honestidad toma el significado de ralentizar, filtrar, considerar cuidadosamente nuestras palabras para que cuando las elijamos, estén en armonía con el primer yama: ahimsa.

Tal y como figura en el Manusmriti (Leyes de Manu), uno de los texto más antiguos de códigos de leyes e instrucciones de la sociedad de la India,  se trata de decir la verdad de una forma dulce.

Es decir, expresarnos de tal forma que nuestra verdad se ajuste al bien común.

Y aquí viene la pregunta… ¿Cómo sabemos si lo que quiero decir es bueno para los demás? 

Vamos a ver cómo.

¿Cómo aplicar satya en nuestro día a día?

Hablar es una de las habilidades más humanas que hay.

Las palabras tienen la capacidad de inspirar, asustar y deleitar. Las usamos para anunciar un nacimiento, llorar la muerte y las usamos durante horas para pasar el tiempo.

Tanto los psicólogos como las enseñanzas espirituales te dirán que lo que decimos afecta profundamente nuestra conciencia, y por tanto, cómo lo decimos es fundamental.

Satya como compasión (ahimsa)

Sigamos con la pregunta de antes: ¿Cómo sabemos si lo que quiero decir es bueno para los demás? 

Una buena forma de respondernos es haciendo uso de la compasión (ahimsa): ¿Lo que voy a decir va a causar o provocar el mínimo daño posible, aunque sea una verdad dolorosa? Al fin y al cabo, lo más importante es decir la verdad de tal forma que los demás puedan oírnos. 

Te preguntarás… ¿Qué quiere decir esto?

Si expresamos nuestra verdad pero la otra persona se siente ofendida o atacada, ya no hay comunicación, sino que dicha persona estará solo pensando en cómo defenderse o qué argumentos aportar.

Por tanto, para decir nuestra verdad con honestidad y que la otra persona la acepte, tenemos que comunicarnos de tal forma que nuestras palabras sean un reflejo de nuestros sentimientos.

De esta manera, la otra parte que nos escucha puede acceder a nuestra verdad, pues ahora sí, estamos expresando nuestras necesidades. 

¿Cómo podemos hacer esto?

Satya como observación

La práctica del yoga se trata de ser claramente autoconsciente. A medida que practico yoga a lo largo de los años, trabajo para ser cada vez más consciente de mis percepciones y creencias, y para reconocer que sólo son mis percepciones y creencias individuales.

Hablar como si fueran «la verdad absoluta» no es vivir en la realidad, y ciertamente no es la práctica de satya.

Si digo que alguien o algo es «malo», mis palabras pueden ser dichas como una verdad, pero en realidad es sólo una opinión.

No estoy diciendo que intentemos alcanzar algún estado perfecto y que intentemos evitar la evaluación de cualquier cosa.

Lo que sugiero es que nos centremos en nuestros pensamientos y discurso para que seamos conscientes si y cuando decidamos juzgar.

Al ser consciente de que estoy juzgando, puedo dejar claro para mí mismo y para los demás que no estoy reclamando el acceso a la verdad absoluta.

En realidad, por supuesto, ninguna persona puede reclamar legítimamente eso.

¿Cómo aplicamos esto en nuestro día a día?

Asegúrate de que cada vez que quieras comunicar un deseo, anhelo, o cualquier emoción, comiences hablando de cómo te sientes: “me he sentido ignorada cuando…” en vez de “tú no me hiciste caso cuando…”.

Si te fijas, la primera afirmación, siempre será cierta porque es cómo tú te sentiste, mientras que la segunda tan solo es tu interpretación de la realidad, que muy probablemente la otra persona no comparta 😉 

Asimismo, el psicólogo Martin Seligman en su libro “La auténtica felicidad”, afirma que en toda comunicación, nuestros pensamientos deben pasar por tres filtros: ¿lo que voy a decir es bueno, útil y verdad? Y adecuarlos para que cumplan todos los pasos. 

Estas preguntas también nos sirven cuando estamos dialogando o rumiando con nosotros mismos.

Podemos usarlas para desidentificarnos con nuestros propios pensamientos y cuestionarnos la bondad de estos, ya que como afirma Elena Brower, profesora de yoga estadounidense, “solo un pensamiento falso puede interferir en nuestro bienestar”. 

No se trata de camuflar nuestros pensamientos o de invalidarnos y ser hipócritas, sino todo lo contrario, el objetivo es decir nuestras verdades de forma no hiriente y para ello debemos expresar cómo nos sentimos y responsabilizarnos de nuestras emociones, despojándonos así del papel de víctima.

Por último, recordemos siempre comunicarnos desde la calma, pues en palabras de Vicente Simón “Cuando hay calma hay comprensión y cuando hay comprensión hay calma”. 

Conclusión

Cuando sentimos un reconocimiento y comprensión tan profundos, nos sentimos reconfortados.

Nos sentimos en paz con nosotros mismos e inspirados a actuar desde ese lugar de virtud dentro de nosotros mismos.

Así, comenzar a practicar satya trayendo más conciencia a nuestras palabras no sólo nos ayuda en nuestras vidas y relaciones sino que también contribuye al bienestar del mundo entero.

¿Por qué? Porque hablar desde satya es sacar lo mejor de los demás.

Cuando hacemos esto, estamos creando en este mismo momento el mundo en el que queremos vivir, un mundo basado en la claridad y la conexión.

Profe de yoga y yogui convencida de que la vida siempre tiene un lado amable para nosotros, solo hay que saber mirar. Entusiasta por naturaleza, amante de los idiomas, las culturas y el saber.