7 consejos para hacer yoga en la playa
El sol. La arena. La suave brisa marina. El cacareo de las gaviotas. El romper de las olas. La playa es uno de los lugares más inspiradores del mundo. A veces, un simple paseo por el mar puede poner las cosas en perspectiva: la naturaleza es grande y maravillosa, pero nosotros, con nuestros pequeños problemas y preocupaciones, no somos más que una pequeña gota en ese océano.
Así que, por supuesto, practicar yoga en la playa es una experiencia impresionante.
Por desgracia, algunas de las cosas que hacen que una práctica de yoga en la playa sea increíble, son también las que la convierten en un reto. No siempre puedes predecir si el Sol va a ser achicharrante o se va a nublar, si el viento te meterá arena en los ojos o si unos bañistas se te van a colocar justo delante para robarte las vistas y tu modo zen.
Todo esto quiere decir que no siempre es tan fácil como ir a la playa en un día soleado y practicar unos cuantos saludos al sol.
Seguro que puedes hacer unas cuantas posturas, pero tendrás una experiencia mucho mejor si te tomas tiempo para prepararte y entregarte a la práctica.
1. Ve por la mañana temprano
¡Levántate y saluda al Sol al amanecer!
Levantarse temprano para hacer yoga en la playa merece la pena, seas una persona madrugadora o no. Por la mañana temprano hace más fresco, la brisa es suave y el sol tampoco te estará golpeando fuerte todavía.
También podrás conectar mejor con la naturaleza y relajarte en tu práctica mucho mejor que si estás rodeada de bañistas, niños, los de las palas…
Si eres de los que les cuesta levantarse por la mañana puedes probar a practicar por la tarde cuando comienza a anochecer. El tiempo también es el mejor, lo único que ten en cuenta que habrá más gente en la playa.
2. Cambia tu esterilla de yoga por una toalla o manta
Tu esterilla se va a deslizar por toda la arena y no se va a ajustar bien al suelo. Además, si tienes una esterilla de yoga de buena calidad no querrás dañarla con la arena.
Lo mejor es llevar una toalla, una esterilla de playa o una manta en su lugar. Permite que el cambio de materiales relaje aún más tu práctica. Esto es yoga en la playa, no sientas que tienes que hacer inversiones o variaciones locas (aunque si te apetece, hazlo, la arena amortigua las caídas).
3. Llévate el bañador puesto
Nada sienta mejor que un bañito en el mar después de terminar una práctica vigorosa de yoga. Llévate el bañador ya puesto para poder meterte al agua a refrescarte nada más terminar.
4. Medita mientras caminas para calentar
Da un breve paseo antes de iniciar tu práctica. Mientras caminas, sé consciente de la temperatura, la brisa, el color del océano y la vida que te rodea aquí. Siente la arena en los dedos de los pies, siente cómo se despierta tu cuerpo, siente el viento contra tu piel. (Para obtener una breve guía sobre la meditación a pie, consulta nuestro post de Cómo meditar caminando).
También puedes usar el paseo meditativo para enfriar después de la práctica, si prefieres.
5. Respira con las olas
En su libro «Blue Mind”, el biólogo marino Wallace J. Nichols dice que todos tenemos una «mente azul». La define como un estado meditativo moderado caracterizado por la calma, la tranquilidad, la unidad y una sensación de felicidad general y satisfacción con la vida en el momento presente.
Cuando estás cerca del agua, accedes a este estado mental.
Deja que el ritmo constante de las olas te guíe en tu respiración natural y ponga el ritmo. Conecta con el mar. Alégrate de su presencia constante, de su inmensidad, de su fuerza. Conviértete en uno con el mar.
6. Acepta las interrupciones y la imperfección.
Estás al aire libre, en público, y en verano, así que es normal que vayas a tener interrupciones en tu práctica. Ya sea alguien que pase hablando a gritos por delante, que te caiga arena en los ojos o la mosca que no deja de merodear, acepta las interrupciones y la imperfección.
Estás en la playa y haces yoga por ti, para disfrutar de tu cuerpo y del magnífico mundo natural que te rodea. Disfruta de todo ello, incluso si eso significa que la práctica sea menos perfecta.
7. Flota en el mar en savasana
Cuando hayas terminado tu práctica y hayas dejado que cada músculo y articulación se hunda en la arena, lleva tu savasana al agua. Sumérgete en el mar y, si las olas lo permiten, flota un rato (ya te hemos recomendado que te lleves puesto el bañador).
Antes o después de tu sesión de yoga en la playa, tómate el tiempo necesario para saborear el momento de tranquilidad que supone estar en la playa, estar atento y dar las gracias por ello.
Lo más importante es que disfrutes de donde estás.
En última instancia, el yoga es una práctica que nos devuelve a nosotros mismos, al presente y al mundo que nos rodea. No te limites a ir a la playa, hacer tu sesión de yoga y ya está. Quédate un rato y permítete disfrutar de verdad, momento a momento.